Rosario Arias Quincot

Coleta Editores

 

Un libro para la lectura y, por cierto, la relectura placentera (revelación paulatina de sus múltiples aciertos, de la riqueza de los detalles conectables a niveles subyacentes en el relato) nos obsequia Rosario Arias Quincot, posicionándose entre las voces de nuestra narrativa femenina actual con mayor dominio narrativo y con una visión más compleja y perturbadora de la existencia. Destaquemos la pericia con que el humor, la ironía y el trasfondo cuestionador discurre en sus páginas. Fruto de una notable concepción narrativa, la cual se alimenta de las necesidades expresivas más profundas y, a la par, de la tradición literaria universal asimilada con la «competencia» que Umberto Eco reclamaba para el lector re-creador de un texto: «no lograba sentirla en las entrañas como deben sentirse las historias para poder contarlas. Entre el sueño y la vigilia, en ese estado en el que nuestras ideas no son enteramente nuestras, comprendí que todo se encuentra conectado y tejido dentro de los recovecos de una narrativa que es más grande que nosotros mismos» (p. 27).

                                  Ricardo González Vigil

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Un libro para la lectura y, por cierto, la relectura placentera (revelación paulatina de sus múltiples aciertos, de la riqueza de los detalles conectables a niveles subyacentes en el relato) nos obsequia Rosario Arias Quincot, posicionándose entre las voces de nuestra narrativa femenina actual con mayor dominio narrativo y con una visión más compleja y perturbadora de la existencia. Destaquemos la pericia con que el humor, la ironía y el trasfondo cuestionador discurre en sus páginas. Fruto de una notable concepción narrativa, la cual se alimenta de las necesidades expresivas más profundas y, a la par, de la tradición literaria universal asimilada con la «competencia» que Umberto Eco reclamaba para el lector re-creador de un texto: «no lograba sentirla en las entrañas como deben sentirse las historias para poder contarlas. Entre el sueño y la vigilia, en ese estado en el que nuestras ideas no son enteramente nuestras, comprendí que todo se encuentra conectado y tejido dentro de los recovecos de una narrativa que es más grande que nosotros mismos» (p. 27).

                                  Ricardo González Vigil