Denton Welch
La Tercera Editora

En este libro de cuentos, el último en que trabajó su autor antes de morir y traducido por primera vez al castellano, hay historias sobre un pícnic en un cementerio chino, encuentros y paseos con vagabundos y profesores de arte jubilados, visitas a casas extrañas donde lo macabro acecha en los rincones, amistades con señoras que toman el té, niñas burlonas y muchachos extravagantes que afirman haber sido pilotos en la Fuerza Aérea Británica, largas estadías en clínicas y borracheras memorables.

Como observa Luis Chitarroni en el prólogo: «El sistema que Denton Welch parece inventar, de una sencillez conmovedora, es el de hacer oraciones claras, inconfundibles, e ir coleccionándolas en páginas perfectas. Y a su vez, el de disimular ese procedimiento por el efecto de la duración y el mantenimiento del sentido. (…) Después del descubrimiento, uno encuentra en Denton Welch la perfección, no la que se recauda para uso personal sino la colección de esquirlas que resultan, como respiración misma del día, parte de ese ensayo de rigor que guardan para sí libros como los que ya no se escriben ni se leen: Las Soledades, Bouvard et Pécuchet o Un golpe de dados». 

«Un escritor tan maravilloso, cómo hace que cualquier cosa se vuelva única. Los escritores que se quejan de no tener de qué escribir deberían leer a Denton Welch». William S. Burroughs

«Denton Welch es uno de esos raros premios que le tocan al lector asiduo». César Aira

«Amén, Denton Welch, amén». John Waters

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En este libro de cuentos, el último en que trabajó su autor antes de morir y traducido por primera vez al castellano, hay historias sobre un pícnic en un cementerio chino, encuentros y paseos con vagabundos y profesores de arte jubilados, visitas a casas extrañas donde lo macabro acecha en los rincones, amistades con señoras que toman el té, niñas burlonas y muchachos extravagantes que afirman haber sido pilotos en la Fuerza Aérea Británica, largas estadías en clínicas y borracheras memorables.

Como observa Luis Chitarroni en el prólogo: «El sistema que Denton Welch parece inventar, de una sencillez conmovedora, es el de hacer oraciones claras, inconfundibles, e ir coleccionándolas en páginas perfectas. Y a su vez, el de disimular ese procedimiento por el efecto de la duración y el mantenimiento del sentido. (…) Después del descubrimiento, uno encuentra en Denton Welch la perfección, no la que se recauda para uso personal sino la colección de esquirlas que resultan, como respiración misma del día, parte de ese ensayo de rigor que guardan para sí libros como los que ya no se escriben ni se leen: Las Soledades, Bouvard et Pécuchet o Un golpe de dados». 

«Un escritor tan maravilloso, cómo hace que cualquier cosa se vuelva única. Los escritores que se quejan de no tener de qué escribir deberían leer a Denton Welch». William S. Burroughs

«Denton Welch es uno de esos raros premios que le tocan al lector asiduo». César Aira

«Amén, Denton Welch, amén». John Waters