Mario Méndez
Amauta - Colección Memoria

A fines de 1977, a los doce años, Panlo llega a Buenos Aires desde Mar del Plata, su ciudad natal. Sus padres se han separado y extraña a su madre, a su hermana, a los amigos.
El dessaraigo, la separación de la familia y el incio de la adolescencia pegan fuerte. Pablo encuentra refugio en la euforia fubolera por el inmentente Mundial y en la amistad de una vecina, Delicia Jansen, hija de una familia de holandeses. En la final de la copa, que Argentina juega con Holanda, el cantito preferido de hicnchada es que da título a este libro. Los Jansen también cantan, sin sospechar la amenaza que los acecha, que los golperará de lleno, rompiéndoles el corazón. Pablo, que sueña con ser escritor, que empieza a conocer el amor, deberá aprender a discenir entre lo real y lo aparente, entre lo superfluo y lo que será importante desde entonces y para siempre. 

El que no salta es un holandés

El que no salta es un holandés
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Mario Méndez
Amauta - Colección Memoria

A fines de 1977, a los doce años, Panlo llega a Buenos Aires desde Mar del Plata, su ciudad natal. Sus padres se han separado y extraña a su madre, a su hermana, a los amigos.
El dessaraigo, la separación de la familia y el incio de la adolescencia pegan fuerte. Pablo encuentra refugio en la euforia fubolera por el inmentente Mundial y en la amistad de una vecina, Delicia Jansen, hija de una familia de holandeses. En la final de la copa, que Argentina juega con Holanda, el cantito preferido de hicnchada es que da título a este libro. Los Jansen también cantan, sin sospechar la amenaza que los acecha, que los golperará de lleno, rompiéndoles el corazón. Pablo, que sueña con ser escritor, que empieza a conocer el amor, deberá aprender a discenir entre lo real y lo aparente, entre lo superfluo y lo que será importante desde entonces y para siempre.