Hugo Salas
CÍA NAVIERA ILIMITADA EDICIONES

En su primera novela, Los restos mortales, el escritor y periodista Hugo Salas (Caleta Olivia, 1976) exploraba los secretos de un pueblo donde el deseo, el sexo y el dinero eran las monedas de intercambio. En Hasta encontrar una salida, su nuevo libro, cambia el escenario, pero los temas se repiten. El sexo es la forma de salir de la desidia cotidiana, pero también el eje de los conflictos.

Ana Karina (sutil juego que recuerda al personaje de Tolstoi), poeta y performer en su juventud, ahora vive en un country, aburrida con su matrimonio. Es swinger y sus encuentros revelan insatisfacciones propias y ajenas. Jeff, por su parte, es de Tennessee y triunfó como actor porno en Los Ángeles, en los años setenta. Llegó a la Argentina escapando del VIH, y continúa anclado en el pasado. Nacho, Alejo o Martín –nunca se sabrá su verdadero nombre– es un joven, que hace las veces de novio o amante. Sus deseos reales son un enigma. Si bien las dos partes y el epílogo parecen piezas desencajadas, y los personajes resultan a primera vista estereotipados (la mujer frustrada, el viejo gay soltero), a medida que avanza la narración adquieren relieve. El giro con que se resuelve la novela es un hallazgo.


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La indagación en torno del sexo como consumo es central en Hasta encontrar una salida. La prosa está teñida del mundo del cine. El universo de Hollywood, que recuerda el de Joan Didion en Según venga el juego, muestra el lado B del glamour californiano. Sin embargo, en este libro caliente en más de un frente, el foco está sobre todo puesto en cómo la pornografía afecta los modos de vincularse de los personajes.

Hasta encontrar una salida

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Hugo Salas
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En su primera novela, Los restos mortales, el escritor y periodista Hugo Salas (Caleta Olivia, 1976) exploraba los secretos de un pueblo donde el deseo, el sexo y el dinero eran las monedas de intercambio. En Hasta encontrar una salida, su nuevo libro, cambia el escenario, pero los temas se repiten. El sexo es la forma de salir de la desidia cotidiana, pero también el eje de los conflictos.

Ana Karina (sutil juego que recuerda al personaje de Tolstoi), poeta y performer en su juventud, ahora vive en un country, aburrida con su matrimonio. Es swinger y sus encuentros revelan insatisfacciones propias y ajenas. Jeff, por su parte, es de Tennessee y triunfó como actor porno en Los Ángeles, en los años setenta. Llegó a la Argentina escapando del VIH, y continúa anclado en el pasado. Nacho, Alejo o Martín –nunca se sabrá su verdadero nombre– es un joven, que hace las veces de novio o amante. Sus deseos reales son un enigma. Si bien las dos partes y el epílogo parecen piezas desencajadas, y los personajes resultan a primera vista estereotipados (la mujer frustrada, el viejo gay soltero), a medida que avanza la narración adquieren relieve. El giro con que se resuelve la novela es un hallazgo.


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La indagación en torno del sexo como consumo es central en Hasta encontrar una salida. La prosa está teñida del mundo del cine. El universo de Hollywood, que recuerda el de Joan Didion en Según venga el juego, muestra el lado B del glamour californiano. Sin embargo, en este libro caliente en más de un frente, el foco está sobre todo puesto en cómo la pornografía afecta los modos de vincularse de los personajes.