Perla Suez
con las ilustraciones de Claudia Legnazzi

Comunicarte

 

El libro tiene una antesala. La ilustración de esas flores ¿Cómo son? Frías y hermosas. Indican, anuncian que algo bello sucederá en tiempos de invierno. Pero las cosas hermosas no llegan tan fácil. A Aczel, el pescador protagonista de esta historia, le aparece una bestia enorme mientras pescaba. ¿Será un presagio, el anuncio de que algo horrible le pasará? ¿Cómo viajar lejos? Con las palabras "En una aldea, cercana a Odessa." ¿Cómo ir hacia el pasado? Con las palabras "El zar había reprimido a los obreros del puerto de Odessa." Al pescador su familia le arregló una boda. Con este inicio tan contundente, empieza nuestro viaje al pasado lejano. Lugar donde nuestras expectativas por una buena historia crecen. De este modo, las autoras nos dejan entrar a la ficción por la puerta grande. ¿Quién puede aceptar una boda no elegida? Aczel se niega a un destino escrito por otros. Ser pescador es ser valiente, en Odessa, el mar es un desafío, como la vida. Odessa, la ciudad que da al mar negro. La ciudad que vio partir a muchos judíos. Así, se arma una historia con un fondo ancestral traído al presente como legado, transmisión. Aczel escribirá su propio destino de amor. Tendrá que viajar de punta a cabo del continente para deshacer un casamiento implantado. Y como sabemos, quienes escriben su propio destino recogen los amores ciertos. Aczel sólo necesita terminar con su imposición para reencontrarse con una pasión, esta vez sí, elegida. No pocos serán sus trabajos. Muy grandes serán sus desafíos. ¿Quién puede entender la estupidez humana, capaz de decir a nuestro protagonista "rata judía"? La historia nos estremece al calor de la aventura. Aczel, hombre decidido, será quien elija ser feliz. Las líneas de sentido de esta historia se tejen entre las tradiciones familiares, el trabajo de los pescadores y el amor para toda la vida. Perla, la escritora que sabe encarnar el pasado del pueblo judío en sus historias, nos lleva sin miramientos a los tiempos de persecución. ¿Quién puede no recordar a Dimitri, a Vladimir viajeros valientes en la obra de Perla Suez? Las flores de hielo se ubica en esta línea de escrituras que Perla destina tanto a niños como adultos. Línea que muestra su compromiso con el arte y con la historia. Sin duda Perla y nosotros somos hijos de los viajes que otros han hecho. Y su obra no es más que, como dicen los críticos, la escritura de su autobiografía, la de todos, la nuestra. La letra es carne, la ilustración es piel. El pescador encarna para atrapar al pez. Las autoras escriben-ilustran para atrapar al lector. El trabajo de Claudia da cuenta de la calidad de una gran ilustradora. El libro contiene técnicas mixtas. Por un lado, las páginas en donde está escrita la historia, son de pintura con pincel. Se notan las pinceladas en los planos grandes, como el mar, la nieve, los cielos, las paredes y los tejados. Por otro lado, tiene otro dibujo más técnico, filar (con líneas), marcado por la simetría y la repetición que dan cuenta de un trabajo de artesana de la ilustración. Hojas, flores y ramas en un trazo bien fino como si fuese una filigrana, que recuerda a hilos de plata entrelazados que forman un dibujo semejante a un encaje. Los grandes escenarios trabajados a doble página no evocan, refractan un mundo lejano en el tiempo y en la distancia. La antigua Rusia, hoy Ucrania. La ciudad que da al mar negro. Es encantador cuando se van uniendo estas dos técnicas, la filigrana aparece como trama, como recuadro, como velo de mujer y finalmente se mete en la página como parte de la pintura, y así se generan los mejores escenarios. El uso del color es muy interesante, se podría hablar de la temperatura de la historia en función de los colores utilizados. Ellos cuentan paralelamente el cuento. La historia por momentos es triste y los colores son muy fríos y los escenarios helados. En cambio, los colores cálidos aparecen en el nudo de la historia, cuando hay calor humano, hogares, alegría, fiesta, esperanza, cuando hay amor. Claudia, al igual que Perla, trabaja estéticamente el pasado ancestral que la historia reconstruye. Cuidar la cultura y respetarla implica un trabajo de investigación visual que esta obra cumple con creces. No quisiera dejar de nombrar el hermoso trabajo de edición de este libro. Una propuesta de gran tamaño, con tapa dura, hojas satinadas y con una calidad de impresión de primer nivel. Cada parte del libro es hermoso. En este sentido, la obra destinada a niños de Perla Suez es cada vez más bella, acabada. Y claro, si al libro se lo ilustró Claudia Legnazzi.

Por Ignacio Scerbo

LAS FLORES DE HIELO

LAS FLORES DE HIELO
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Perla Suez
con las ilustraciones de Claudia Legnazzi

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El libro tiene una antesala. La ilustración de esas flores ¿Cómo son? Frías y hermosas. Indican, anuncian que algo bello sucederá en tiempos de invierno. Pero las cosas hermosas no llegan tan fácil. A Aczel, el pescador protagonista de esta historia, le aparece una bestia enorme mientras pescaba. ¿Será un presagio, el anuncio de que algo horrible le pasará? ¿Cómo viajar lejos? Con las palabras "En una aldea, cercana a Odessa." ¿Cómo ir hacia el pasado? Con las palabras "El zar había reprimido a los obreros del puerto de Odessa." Al pescador su familia le arregló una boda. Con este inicio tan contundente, empieza nuestro viaje al pasado lejano. Lugar donde nuestras expectativas por una buena historia crecen. De este modo, las autoras nos dejan entrar a la ficción por la puerta grande. ¿Quién puede aceptar una boda no elegida? Aczel se niega a un destino escrito por otros. Ser pescador es ser valiente, en Odessa, el mar es un desafío, como la vida. Odessa, la ciudad que da al mar negro. La ciudad que vio partir a muchos judíos. Así, se arma una historia con un fondo ancestral traído al presente como legado, transmisión. Aczel escribirá su propio destino de amor. Tendrá que viajar de punta a cabo del continente para deshacer un casamiento implantado. Y como sabemos, quienes escriben su propio destino recogen los amores ciertos. Aczel sólo necesita terminar con su imposición para reencontrarse con una pasión, esta vez sí, elegida. No pocos serán sus trabajos. Muy grandes serán sus desafíos. ¿Quién puede entender la estupidez humana, capaz de decir a nuestro protagonista "rata judía"? La historia nos estremece al calor de la aventura. Aczel, hombre decidido, será quien elija ser feliz. Las líneas de sentido de esta historia se tejen entre las tradiciones familiares, el trabajo de los pescadores y el amor para toda la vida. Perla, la escritora que sabe encarnar el pasado del pueblo judío en sus historias, nos lleva sin miramientos a los tiempos de persecución. ¿Quién puede no recordar a Dimitri, a Vladimir viajeros valientes en la obra de Perla Suez? Las flores de hielo se ubica en esta línea de escrituras que Perla destina tanto a niños como adultos. Línea que muestra su compromiso con el arte y con la historia. Sin duda Perla y nosotros somos hijos de los viajes que otros han hecho. Y su obra no es más que, como dicen los críticos, la escritura de su autobiografía, la de todos, la nuestra. La letra es carne, la ilustración es piel. El pescador encarna para atrapar al pez. Las autoras escriben-ilustran para atrapar al lector. El trabajo de Claudia da cuenta de la calidad de una gran ilustradora. El libro contiene técnicas mixtas. Por un lado, las páginas en donde está escrita la historia, son de pintura con pincel. Se notan las pinceladas en los planos grandes, como el mar, la nieve, los cielos, las paredes y los tejados. Por otro lado, tiene otro dibujo más técnico, filar (con líneas), marcado por la simetría y la repetición que dan cuenta de un trabajo de artesana de la ilustración. Hojas, flores y ramas en un trazo bien fino como si fuese una filigrana, que recuerda a hilos de plata entrelazados que forman un dibujo semejante a un encaje. Los grandes escenarios trabajados a doble página no evocan, refractan un mundo lejano en el tiempo y en la distancia. La antigua Rusia, hoy Ucrania. La ciudad que da al mar negro. Es encantador cuando se van uniendo estas dos técnicas, la filigrana aparece como trama, como recuadro, como velo de mujer y finalmente se mete en la página como parte de la pintura, y así se generan los mejores escenarios. El uso del color es muy interesante, se podría hablar de la temperatura de la historia en función de los colores utilizados. Ellos cuentan paralelamente el cuento. La historia por momentos es triste y los colores son muy fríos y los escenarios helados. En cambio, los colores cálidos aparecen en el nudo de la historia, cuando hay calor humano, hogares, alegría, fiesta, esperanza, cuando hay amor. Claudia, al igual que Perla, trabaja estéticamente el pasado ancestral que la historia reconstruye. Cuidar la cultura y respetarla implica un trabajo de investigación visual que esta obra cumple con creces. No quisiera dejar de nombrar el hermoso trabajo de edición de este libro. Una propuesta de gran tamaño, con tapa dura, hojas satinadas y con una calidad de impresión de primer nivel. Cada parte del libro es hermoso. En este sentido, la obra destinada a niños de Perla Suez es cada vez más bella, acabada. Y claro, si al libro se lo ilustró Claudia Legnazzi.

Por Ignacio Scerbo