"La otra historia", colección de Los pueblos originarios
Miguel Ángel Palermo 
con las ilustraciones de Daniela López Casenave
AZ Editora 

A pie o a caballo, en las ventosas mesetas de la Patagonia, los tehuelches recorrieron caminos prácticamente invisibles, que los llevaban sin error a los lugares de caza o a los escurridizos manantiales de esa tierra escasa de agua. Se dijo de ellos que eran gigantes y fue exagerado, pero no lo fue la fama de su hospitalidad con el viajero. ¿Por qué es­ta “otra his­to­ria”? La his­to­ria es una so­la y abar­ca a to­dos los se­res hu­ma­nos, pe­ro no siem­pre se la cuen­ta com­ple­ta. Al ha­blar de nues­tros paí­ses ame­ri­ca­nos, se sue­le em­pe­zar por las co­rrien­tes co­lo­ni­za­do­ras es­pa­ño­las, co­mo si hu­bie­ran en­tra­do a una tie­rra va­cía. Pe­ro es­ta­ba po­bla­da. Des­de el si­glo XVI, los pue­blos ori­gi­narios fue­ron ex­ter­mi­na­dos, do­mi­na­dos o echa­dos de sus tie­rras... y de los li­bros de tex­tos tam­bién. De esa otra par­te de la his­to­ria que­re­mos ha­blar, pa­ra que se com­ple­te.

Los Tehuelches.

Los Tehuelches.
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"La otra historia", colección de Los pueblos originarios
Miguel Ángel Palermo 
con las ilustraciones de Daniela López Casenave
AZ Editora 

A pie o a caballo, en las ventosas mesetas de la Patagonia, los tehuelches recorrieron caminos prácticamente invisibles, que los llevaban sin error a los lugares de caza o a los escurridizos manantiales de esa tierra escasa de agua. Se dijo de ellos que eran gigantes y fue exagerado, pero no lo fue la fama de su hospitalidad con el viajero. ¿Por qué es­ta “otra his­to­ria”? La his­to­ria es una so­la y abar­ca a to­dos los se­res hu­ma­nos, pe­ro no siem­pre se la cuen­ta com­ple­ta. Al ha­blar de nues­tros paí­ses ame­ri­ca­nos, se sue­le em­pe­zar por las co­rrien­tes co­lo­ni­za­do­ras es­pa­ño­las, co­mo si hu­bie­ran en­tra­do a una tie­rra va­cía. Pe­ro es­ta­ba po­bla­da. Des­de el si­glo XVI, los pue­blos ori­gi­narios fue­ron ex­ter­mi­na­dos, do­mi­na­dos o echa­dos de sus tie­rras... y de los li­bros de tex­tos tam­bién. De esa otra par­te de la his­to­ria que­re­mos ha­blar, pa­ra que se com­ple­te.