La noticia es concluyente: el cáncer es irreversible y es cuestión de tiempo. Un año, año y medio, y el padre estará muerto. Entonces, con el final en el horizonte, ya no como una verdad general, todos morimos, sino con una fecha más o menos cierta, el hijo, un escritor, se inclina hacia esa vida y decide contarla. Y quizás, acaso, comprender mejor y aceptar de hecho los feroces desencuentros, tantos años de silencio y lejanía.

Ese padre que fue dos veces intendente de la ciudad, ambas bajo gobiernos militares; que se opuso a su militancia primero y a su decisión de ser escritor después, lo que es decir que se opuso a todo lo que existía en él. La intimidad y la política argentina, durante varias décadas, los pone en veredas opuestas. Y no son tiempos amables, son los más violentos  que hayamos conocido: una elección o un malentendido podían desembocar en la tortura, el infierno, la muerte. Ahora en el crepúsculo aquello se atenúa, como si no hubiera sido lo acontecido sino su máscara, una tensión que los mantenía a distancia y los desconocía. Ese muro ha caído. No deja lugar a un relato más feliz, aunque permite contar la historia genuina, aquella que la memoria y el desencanto han perfeccionado. Las falsas emociones y los arrepentimientos ampulosos están desterrados. Solo bajo estas condiciones puede darse el reencuentro.

Ajena a cualquier sentimentalismo, Papá es una novela a un tiempo voraz y sutil, y siempre conmovedora. Es también un relato implacable, que tiene la intensidad  de las experiencias vividas. Escrita con descarnada valentía, sin adornos y sin pudor, muestra el amor de un hijo a un padre en toda su problemática pureza. 

Papá

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La noticia es concluyente: el cáncer es irreversible y es cuestión de tiempo. Un año, año y medio, y el padre estará muerto. Entonces, con el final en el horizonte, ya no como una verdad general, todos morimos, sino con una fecha más o menos cierta, el hijo, un escritor, se inclina hacia esa vida y decide contarla. Y quizás, acaso, comprender mejor y aceptar de hecho los feroces desencuentros, tantos años de silencio y lejanía.

Ese padre que fue dos veces intendente de la ciudad, ambas bajo gobiernos militares; que se opuso a su militancia primero y a su decisión de ser escritor después, lo que es decir que se opuso a todo lo que existía en él. La intimidad y la política argentina, durante varias décadas, los pone en veredas opuestas. Y no son tiempos amables, son los más violentos  que hayamos conocido: una elección o un malentendido podían desembocar en la tortura, el infierno, la muerte. Ahora en el crepúsculo aquello se atenúa, como si no hubiera sido lo acontecido sino su máscara, una tensión que los mantenía a distancia y los desconocía. Ese muro ha caído. No deja lugar a un relato más feliz, aunque permite contar la historia genuina, aquella que la memoria y el desencanto han perfeccionado. Las falsas emociones y los arrepentimientos ampulosos están desterrados. Solo bajo estas condiciones puede darse el reencuentro.

Ajena a cualquier sentimentalismo, Papá es una novela a un tiempo voraz y sutil, y siempre conmovedora. Es también un relato implacable, que tiene la intensidad  de las experiencias vividas. Escrita con descarnada valentía, sin adornos y sin pudor, muestra el amor de un hijo a un padre en toda su problemática pureza.