Jorge Leonidas Escudero
Ediciones en Danza

La gran trampa.

Recuerdo a ese amigo cuando jugábamos naipe
y le lagrimeaba un ojo.
Hoy pensándolo bien comprendo que lloraba
por haber sido objeto de una trampa inmensa.

Luego nomás abandonaba el juego
e iba a un banco de la plaza inmediata
y cabizbajo, hablaba solo.

Qué loco es, me decía yo;
pero hoy me doy cuenta 
que había nacido perdedor eterno 
como cualquiera de nosotros,
nada más que él lo sabía
mientras sus amigos orejébamos a la vida
esperando siempre una flor.

Poesía Completa

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Jorge Leonidas Escudero
Ediciones en Danza

La gran trampa.

Recuerdo a ese amigo cuando jugábamos naipe
y le lagrimeaba un ojo.
Hoy pensándolo bien comprendo que lloraba
por haber sido objeto de una trampa inmensa.

Luego nomás abandonaba el juego
e iba a un banco de la plaza inmediata
y cabizbajo, hablaba solo.

Qué loco es, me decía yo;
pero hoy me doy cuenta 
que había nacido perdedor eterno 
como cualquiera de nosotros,
nada más que él lo sabía
mientras sus amigos orejébamos a la vida
esperando siempre una flor.