Laura Forchetti

Fruto de dragón

 

Las cartas de viaje son una conversación. Quien escribe, convoca: quisiera que estés aquí conmigo para que veas esto. Del otro lado, un pedido: contame para que pueda acompañarte. La viajera de este libro escribe cartas a una amiga y se las escribe a ella misma. Quiere atrapar los detalles que desaparecen en las fotografías: un pensamiento bajo las estrellas heladas, el tono con que alguien dice una palabra, los gestos, el sabor de una hierba que se lleva a la boca, los giros de la luz. Por momentos, gana la precisión en lo que informa: números, nombres propios, significados; otras veces, sigue un hilo vacilante de ideas que crecen como nubes mientras camina. 

 

La primera carta es desde un largo atardecer de enero, cruzando la pampa desde Bahía Blanca hasta Córdoba. Después el viaje sigue hacia el norte hasta el límite con Chile y cruza la cordillera a casi 5000 metros de altura. El destino final es San Pedro de Atacama: en el borde rojo de la tierra, el desierto con su geografía y su historia, su belleza minuciosa. Entre las cartas se mezclan anotaciones breves sobre lo que descubre y aprende, pero también sobre sensaciones y recuerdos. El movimiento externo es movimiento interno. Será por eso que el poeta Roberto Juarroz dice: De ningún viaje se vuelve.

Tolvanera

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Las cartas de viaje son una conversación. Quien escribe, convoca: quisiera que estés aquí conmigo para que veas esto. Del otro lado, un pedido: contame para que pueda acompañarte. La viajera de este libro escribe cartas a una amiga y se las escribe a ella misma. Quiere atrapar los detalles que desaparecen en las fotografías: un pensamiento bajo las estrellas heladas, el tono con que alguien dice una palabra, los gestos, el sabor de una hierba que se lleva a la boca, los giros de la luz. Por momentos, gana la precisión en lo que informa: números, nombres propios, significados; otras veces, sigue un hilo vacilante de ideas que crecen como nubes mientras camina. 

 

La primera carta es desde un largo atardecer de enero, cruzando la pampa desde Bahía Blanca hasta Córdoba. Después el viaje sigue hacia el norte hasta el límite con Chile y cruza la cordillera a casi 5000 metros de altura. El destino final es San Pedro de Atacama: en el borde rojo de la tierra, el desierto con su geografía y su historia, su belleza minuciosa. Entre las cartas se mezclan anotaciones breves sobre lo que descubre y aprende, pero también sobre sensaciones y recuerdos. El movimiento externo es movimiento interno. Será por eso que el poeta Roberto Juarroz dice: De ningún viaje se vuelve.