Gabriela Liffschitz
Eterna Cadencia

Desde que se enteró de la existencia de lo que los psicoanalistas lacanianos llaman “fin de análisis”, Gabriela decidió que eso era lo que quería para su vida. Saber en qué consiste y alcanzarlo es el proceso que anima las páginas de este libro.

Un final feliz es un libro sabio, ágil ilación de pequeñas escenas, habituales episodios de diván que a la vez retratan cómo se abandona un fantasma. Los restos que se van dejando en el trayecto constituyen incidentes humorísticos. Lo que el sujeto conserva, en cambio, es afirmación y voluntad de vivir.

Luego de años de análisis freudiano, Gabriela Liffschitz comienza terapia con un psicoanalista lacaniano. Un final feliz es el relato de su tránsito por ese consultorio, de su experiencia de “fin de análisis” y su vida en esos años. Un conjunto de episodios que, narrados con una enorme sensibilidad –incluso capaz de provocar una carcajada-, van perfilando una serie de motivos, posiciones y figuras persistentes, en un texto que juguetea entre dos géneros: la novela y el “testimonio del pase”.

Como señala Paola Cortés Rocca en su prólogo, si bien vital y catártico, “Un final feliz no hace pública la privacidad de una mujer ni habla en representación de un grupo establecido de antemano –la gente que va al analista, las mujeres, los fotógrafos, los enfermos de cáncer-, sino que pone en duda la línea que separa el cuerpo y sus relatos, la palabra y sus efectos, el recorrido individual y su incorporación como saber en una comunidad de experiencia”.

Un libro que inquieta “como nos inquieta lo absolutamente inesperado: el carácter ficcional de lo real o el momento en que la ficción, por un instante, parece dar en el corazón de lo real”.

Un final feliz (Relato sobre un análisis)

Un final feliz (Relato sobre un análisis)
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Gabriela Liffschitz
Eterna Cadencia

Desde que se enteró de la existencia de lo que los psicoanalistas lacanianos llaman “fin de análisis”, Gabriela decidió que eso era lo que quería para su vida. Saber en qué consiste y alcanzarlo es el proceso que anima las páginas de este libro.

Un final feliz es un libro sabio, ágil ilación de pequeñas escenas, habituales episodios de diván que a la vez retratan cómo se abandona un fantasma. Los restos que se van dejando en el trayecto constituyen incidentes humorísticos. Lo que el sujeto conserva, en cambio, es afirmación y voluntad de vivir.

Luego de años de análisis freudiano, Gabriela Liffschitz comienza terapia con un psicoanalista lacaniano. Un final feliz es el relato de su tránsito por ese consultorio, de su experiencia de “fin de análisis” y su vida en esos años. Un conjunto de episodios que, narrados con una enorme sensibilidad –incluso capaz de provocar una carcajada-, van perfilando una serie de motivos, posiciones y figuras persistentes, en un texto que juguetea entre dos géneros: la novela y el “testimonio del pase”.

Como señala Paola Cortés Rocca en su prólogo, si bien vital y catártico, “Un final feliz no hace pública la privacidad de una mujer ni habla en representación de un grupo establecido de antemano –la gente que va al analista, las mujeres, los fotógrafos, los enfermos de cáncer-, sino que pone en duda la línea que separa el cuerpo y sus relatos, la palabra y sus efectos, el recorrido individual y su incorporación como saber en una comunidad de experiencia”.

Un libro que inquieta “como nos inquieta lo absolutamente inesperado: el carácter ficcional de lo real o el momento en que la ficción, por un instante, parece dar en el corazón de lo real”.